"La evaluación formativa como camino humanista en Educación Infantil"
En el corazón de la educación infantil late una convicción profunda: cada niño y cada niña es una persona completa, activa, capaz de aprender desde su naturaleza curiosa, a través del juego y la experiencia. La evaluación formativa, lejos de ser una herramienta de control, es un espejo respetuoso que permite al educador mirar de cerca los procesos de aprendizaje, valorarlos, y acompañarlos con una mirada que reconoce, no juzga.
Desde una perspectiva humanista —inspirada en la Institución Libre de Enseñanza y en pensadores como Giner de los Ríos, Jaime Buigas o incluso Cecilia Vicuña— la evaluación se transforma en una práctica ética que no mide desde fuera, sino que escucha desde dentro. A través de la observación atenta, la documentación pedagógica y la autoevaluación, los docentes nos convertimos en acompañantes del proceso más delicado: el despliegue de la identidad, la autonomía y la creatividad infantil.
La evaluación formativa no es un momento aislado, sino un diálogo continuo con el niño, con la familia y con el equipo de compañeros. Nos invita a preguntarnos: ¿Cómo aprende este niño? ¿Qué sentido tiene para él lo que está haciendo? ¿Qué tipo de andamiaje emocional, físico, simbólico necesita? En este sentido, se alinea con prácticas respetuosas como las de Emmi Pikler y Magda Gerber, que promueven la autonomía y el desarrollo auténtico desde la confianza profunda en las capacidades del niño.
Desarrollar una evaluación formativa y formadora implica cambiar el foco: del producto al proceso, de la comparación al reconocimiento, del juicio a la comprensión. Es una invitación a tejer comunidad educativa, donde cada docente se convierte en investigador de su propia práctica y cada familia, en aliada para acompañar el crecimiento con presencia, escucha y tiempo de calidad.
Esta forma de evaluar es también una forma de estar: atenta, ética, sensible. Porque educar no es llenar, sino desplegar. No es guiar desde arriba, sino caminar al lado. Evaluar desde esta mirada es ofrecer a cada niño el mensaje más importante que puede recibir: "Te veo, te valoro y confío en ti".
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