Ferrière , 1920, " Transformemos la escuela": "El demonio convenció a la muchedumbre de la necesidad de crear la escuela y, siguiendo sus indicaciones, la crearon. Al niño le gusta la naturaleza y le encerraron en el aula; al niño le gusta comprobar que su quehacer tiene sentido y le llevaron a realizar tareas sin objetivo; le gusta moverse y le ataron a la inmovilidad; le gusta manejar objetos y le pusieron en contacto con el mundo de las ideas; le gusta usar las manos y sólo le dejaron trabajar con su cerebro; le gusta hablar y le obligaron al silencio; quisiera razonar y le hicieron memorizar; quisiera buscar la ciencia y se la dieron ya masticada; quisiera entusiasmarse e inventaron el castigo. Los niños supieron de la pena de estar separados de sus familias; incluso de su ambiente. Los deberes les ocuparon su tiempo; no les explicaban nada, sólo los obligaban. Y, entonces, aprendieron aquello que, pudiera ser, nunca hubieran aprendido: supiero...